¿Por qué? La pregunta que sin respuesta carece de sentido escribir. Cuando era un niño pequeño en años de la primaria, recuerdo que siempre estaba listo mucho antes que mi hermana para que nos llevaran a la escuela -entraba a la una de la tarde-, y para pasar entretenido el tiempo, leía un diccionario enciclopédico «El Pequeño Larousse Ilustrado», y cada fin de mañana pasaba casi una hora leyendo la sección de páginas rosa, con frases en latín, la parte de enciclopedia, los mapas, las láminas sobre grandes pinturas, biografías mini y monografías sobre países. Esas lecturas de las mañanas comenzaron a crear mi gusto por las ciencias sociales y la historia, gusto que desafortunadamente no fue muy desarrollado en la escuela, porque… bueno, ¡ni modo! La historia en la educación mexicana de aquellos tiempos -¡Uy, bájale abuelo!- era una sección de relleno, condenada a ser mostrada media hora antes de educación física por lo que nunca tomamos una sola clase completa, ya que al regresar se cambiaba la materia a las benditas matemáticas o, si tenía buena suerte, a clases de español -fue si fueron buenas para mi en primaria y secundaria-. Así pues, la escuela primaria no resulto un gran aliciente para desarrollar la historia en mí. En la secundaria las cosas cambiaron mucho: aunque aún tenía la historia como un apartado de la materia de Ciencias Sociales, mi profesora realmente nos dedicó el tiempo, esfuerzo y explicaciones buenas sobre períodos importantes de nuestra historia occidental: las culturas clásicas, el medioevo -inserte gran salto histórico aquí- y las guerras mundiales, entre otros. Ahí si me sirvieron mis años de leer el diccionario, de pasarme horas enteras leyendo y ojeando los libros de historia que nunca usamos en la escuela, las visitas a la biblioteca, etc.
Pienso que mucha gente no tiene interés por la historia porque sencillamente no les fue enseñada correctamente. No considero -como ciertos personajes de la red y algunos reales- que las personas seamos estúpidas, ignorantes o «nacas» por naturaleza, sino que, sí lo somos, es porque no tuvimos una oportunidad que muchas otras si tuvieron; y también tengo la firme creencia que, de ser nosotros buenos en algo, sinceramente ayudemos a que los demás que no lo sean al menos conozcan un poco para que no se queden sin el conocimiento que nunca está de más. Por todo ello, mi razón para escribir los ensayos es que las personas que lo lean -que espero sean muchas, jejeje- conozcan sobre los personajes de la historia que forman parte de nuestro pasado, de nuestra cultura como mexicanos, que crearon las condiciones, los valores e instituciones que ahora nos parecen de lo más comunes. Alguien seguro preguntará: «¿Y qué tienen que ver los monarcas de España con nosotros? ¿Por qué los consideras parte de ‘sel er mexicano’?» Esto es un tema muy interesante, y va mi opinión y respuestas:
La historia de nuestro país, tan maniatada como se encuentra por los ganadores, considera que México existía desde mucho antes del Virreinato, y que este período -junto con la Conquista- es una laguna histórica de trescientos años que no vale la pena estudiar. ¡Craso error! Antes de la llegada de los españoles, no existía en el territorio del actual México un sólo sentimiento aglutinador de las muy diferentes culturas que poblaban al momento: Aztecas, Zapotecas, Mayas, Miztecos…todos eran naciones diferentes -geográfica y temporalmente hablando- que no consideraban más patría que sus ciudades-estado o sus regiones; por lo que el argumento del «México interrumpido» no tiene validez histórica. Ahora, ¿que con los monarcas? Bueno, durante trescientos años -exactamente: trescientos años, un mes y seis días- los reyes de España e Indias fueron los gobernantes del Imperio Español del cual fuimos parte importante, durante tres siglos nuestro destino estuvo ligado a la gloria y pérdidas de un imperio donde no se ponía el sol…¡vamos! Carlos I, Felipe II, Felipe III, Felipe IV, Carlos II, Felipe V, Luís I, Fernando VI, Carlos III, Carlos IV y Fernando VII fueron los soberanos de la Nueva España, los reyes de millones de habitantes del producto de la unión cultural-ideológica, religiosa y social entre los españoles y las razas indígenas de Mesoamerica: los mexicanos.
Por todo ello, quiero escribir los ensayos para que se conozca mejor a los monarcas, parte de sus vidas, costumbres, retos, logros e influencia en el Imperio y Europa. Lo quiero hacer sin perder el muy simpático estilo que me gusta de cuando escribo o hablo: ameno, con mi opinión vertida -pero claramente deferenciada- dentro de las palabras; como una narración cuyo objeto es informar, mostrar y dar a conocer a unos personajes de nuestra historia que son importantes para entender lo que fuimos, somos y podemos ser. Y digo que con su vida y obra porque en aquellos tiempos, ellos eran España…ellos eran el Imperio donde no se ponía el sol.